Sable afilado, limitante y unificador

"La katana es pulida para que refleje la realidad como un espejo". Creo haber leído esto en algún lugar. No sé si en el Hagakure, en Go rin no sho, o en algún libro de Saotome Shihan, honestamente ignoro si lo inventé. De cualquier modo, me ha dado mucho que pensar.
Reflexionar sobre eso del reflejo me condujo rápidamente a pensar en el límite, entendido como lo hace la filosofía occidental contemporánea. Y pues ya entrados en gastos, el límite me hizo pensar en otra cualidad del sable japonés, su filo.
Creo que la katana encarna o materializa el límite muy claramente. Me explico:
Ella no es sí misma. Refleja su entorno, en la luz resplandece y reproduce en sus costados las paredes del dojo o los árboles del sitio en que el practicante la porta. Observándola de lado, la mirada se topa con el ojo que ve. La realidad está contenida en sus caras que son espejos. A la vez, ese entorno se topa con ella en el corte.
La katana limita. Lo que hace que algo sea afilado es un ángulo tan agudo que puede penetrar la estructura de lo que toca. En el caso del sable japonés su estructura y su forma aseguran que pueda entrar con la precisa condundencia y flexibilidad que, prácticamente cualquier material, cede ante su toque. Así, el finísimo punto donde el filo de la hoja es más agudo, rebana separando lo que alcanza. El sable en cuestión es separador, limitante, establece un límite, una diferencia en la estructura y en la forma de un objeto que, de ser uno, se convierte en dos o más pedazos.
La katana es limitada. Evidentemente este sable no es invisible, a pesar de que refleja lo que la rodea, ocupa un espacio específico, tanto así, que ocupa el vacío de una saya o vaina que la contiene, si no tuviera ella también un lugar, su única cualidad sería la de rebanar, sería sólo el límite del entorno, visual y materialmente, reflejando y rebanando; por eso es que ella establece separaciones estando de separada de su entorno, en el que se mimetiza raflejándolo.
La katana es espada de vidamuerte. Si lo cortado es algo vivo, como una planta, una parte queda enraizada en la tierra, la otra cae desconectada de su fuente de energía. de un lado de la hoja está la vida, del otro, la muerte. Pero no está en ella la vida misma, ni la muerte toda; no es el exterminio, ni el cultivo de la vida. Es ambas cosas simultáneamente cuando corta (y cuando no también), porque no es enteramente ninguna de las dos. En todo caso, ese agudo y fino punto del filo es donde se encuentran ambas cosas. En ese lugar tan pequeño, (ese punto que no es un lugar, ni un punto, ni una línea), que separa las superficies, los volúmenes que toca, ahí es en donde están la vida la muerte, es ahí y no en el objeto cortado, donde yacen la vida y la muerte juntos, puede encontrarse sólo ahí precisamente porque allí no puede yacer nada, sino sólo separarse.
 Y curiosamente es ahí en el mismo sable donde se reúne el entorno reflejado, donde se concentran sin centro alguno las partes que corta, es el filo mismo donde habitan al cortar y sólo en ese instante la vida y la muerte a la vez. Es unificante, porque es separante, es limitante y limitado, así como reunión de eso que separa porque en él esta no sólo la posibilidad del corte sino que no acaba de contener la escición que produce.
Así es como la katana, según mi ocioso ejercicio mental, es límite, limitante y a la vez unificadora.
Es inútil pensar así en el sable, porque jamás se debe estar pensando (y menos en estas cosas) al hacer una kata, o al realizar un corte, todo lo contrario, la mente permanece en cada instante presente vacía. Sin embargo, mis vicios filosóficos occidentales me hacen pensar en esto al no portar el ken (el sable, aunque sea de madera), y de algún modo repercute en en mi actuar en la práctica con él: no siento estar usando una herramienta para cortar ni matar ni proteger la vida, siento cómo el cuerpo se ajusta al movimiento de la vidamuerte, del vacío, del límite, que no está en ningún lugar, pero define cada cosa que es haciéndo sus diferencias...


Comentarios

Entradas populares