La vacunación y el discurso bélico de la pandemia.

 


Interesantísimo el lenguaje en torno a la vacunación. Esta cosa, este dispositivo pandémico, este fenómeno político, gubernamental y económico, esta experiencia tan pública y tan íntima. En fin el lenguaje alimenta un discurso guerreante, tan bélico como patriarcal, creo yo, porque sigue exaltando las cualidades típicamente vinculadas con la masculinidad: la fuerza, la guerra, el combate, la lucha. 
 
La primera mexicana inoculada representa lo que es típicamente el estereotipo de lo femenino: el cuidado. Y permea más allá el discurso sexista de manera poco evidente: El valor de la mujer es el de cuidar a los enfermos y la valentía que demuestra al declararle la guerra a un enemigo invisible es reconocida porque se confirma su posición doble, la de cuidadora y la de vulnerable.

 Este discurso bélico atraviesa nuestra experiencia de los efectos del dispositivo pandémico. Y ese discurso guerroso es parte fundamental del dispositivo echado a andar por el Estado y el mercado, encarnados en este contexto por la Secretaría de Salud y por los laboratorios que, esto es fundamental, producen producen y venden las vacunas. Estamos siendo, como sujetos de la ciudadanía mexicana, atravesados por la lógica del mercado global (los laboratorios), por la gestión poblacional(el control de la mortalidad), por la administración de la productividad(la reactivación económica), por las finanzas estatales(el ejercicio presupuestal), entre muchas otras cosas.

Mientras tanto, los días se nos van, se nos fueron desde marzo. La mayoría de las personas, cuya realidad nos demanda acumular, sólo hemos podido acumular pérdidas, de tiempo, de empleos, de vidas, de espacios, de hábitos, de actividades. Habitamos en medio de todas las formas en las que el poder se ejerce en 2020, ninguna nueva, pero sí hechas evidentes. Y aquí en medio, entre todas estas formas típicas de hegemonía, el discurso guerreante, patriarcal, machista, se refuerza. 

Nos hace falta fortalecer otros discursos, donde abramos espacio a términos de cuidado, de amor, de vida; en vez de control, de guerra y de muerte. Mantengamos los oídos y los ojos vigilantes, abramos nuestros brazos al contacto cuidadoso, extendamos el apoyo solidario entre todas, entre todos. Escuchemos las voces que usualmente ignoramos, enfoquemos la atención en la vida, en su mantenimiento, en su cuidado. La productividad, el control, la gestión, el mercado, no caerán porque pongamos atención a otras cosas individualmente; quizá, a la larga, podamos hacer más soportable la experiencia de éste y otros dispositivos políticos que el porvenir nos traiga en el siglo XXI.

Comentarios

Entradas populares